Los alumnos de Pío X en Treviso visitan la prisión

Rompiendo prejuicios, este fue uno de los mayores logros del proyecto educativo en el que participaron catorce estudiantes del último año del Programa del Diploma del Bachillerato Internacional (IBDP) del Collegio Pio. El camino puso a los jóvenes en contacto y diálogo con los alumnos de la escuela penitenciaria de Treviso. Al principio, los líderes del proyecto, el profesor de Estudios Religiosos, Don Stefano Grespanpara Pío Samuela Barbieri, profesora de literatura en la escuela penitenciaria dirigida por Cpia Manzi, cada uno trabajó con su propio grupo de alumnos. Ambas clases intentaron discutir el tema de la “Escuela” y las posibilidades que esto puede abrir para el futuro de todos.

De las reflexiones surgidas nacieron trabajos escritos, que fueron compartidos entre los alumnos de los dos colegios. Los estudiantes de Pío Don Pietro Zardo. A los cursos de reflexión y formación siguió un encuentro entre los Padres Pío

“El proyecto educativo – explica el coordinador del BIDP, Moreno Caronello – tiene como objetivo sensibilizar a los jóvenes estudiantes sobre el respeto a las personas detenidas y el conocimiento del contexto penitenciario, fomentando también la difusión de una cultura de la legalidad, apreciando y valorando la caminos positivos que se aplican dentro del centro de detención para fomentar la reintegración a la sociedad. Al mismo tiempo, existía el deseo de promover un intercambio cultural y de experiencias entre los estudiantes de los dos institutos”.

“Fue una discusión honesta y sincera en la que todos se desnudaron y hablaron de sí mismos – explica la profesora Barbieri, coordinadora de la escuela en prisión, que trabajó en estrecha colaboración con su colega Elena Angelini –. Muchos prejuicios han sido socavados en ambos lados. Fue una mañana intensa, los estudiantes del penal estaban ansiosos por conocer a los chicos de Pío que provienen de contextos económicos y sociales difíciles. Del mismo modo, los jóvenes de Pío Si los alumnos “de fuera” tienen entre diecisiete y dieciocho años, los de “interior”, en cambio, tienen veinte años o más, pero la escuela, gracias a este proyecto, se ha convertido en su denominador común, abriendo oportunidades de intercambio y diálogo.

“Nos dimos cuenta de que la idea que teníamos de los detenidos no se correspondía con la realidad – dice uno de los estudiantes del último año de la Internacional –. Los imaginamos como en la serie de televisión americana, con un mono naranja, pero en cambio no tienen uniforme. Las personas con las que hablamos, después de muchos errores, decidieron ir a la escuela y construir un futuro diferente, pero también nos hablaron de aquellos que, en prisión, no van a la escuela y no hacen nada para cambiar su situación. Así comprendimos mejor por qué tantos presos son reincidentes.” “Con este proyecto fuimos más allá de lo que estamos acostumbrados – especifica otro estudiante –, fuimos más allá de los estereotipos, conocimos personas, con sus historias y experiencias. Nos dimos cuenta de que se están comprometiendo en un camino que hará posible su reintegración a la sociedad. Hemos comprendido hasta qué punto las personas en prisión necesitan mantener conexiones con el mundo exterior al que, tarde o temprano, regresarán. Siempre escuchamos hablar de prisión por episodios de noticias y violencia, pero en cambio nos hablaron de su vida afuera, de sus familias, esto cambió nuestro punto de vista. Por eso creo que el proyecto en el que participamos es importante y debe continuar.”

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