TARANTO – Será beatificado y será protector de los jóvenes que abandonan su ciudad por falta de trabajo y de los padres que han perdido a sus hijos. El proceso ha sido adelantado, sólo queda esperar. El sueño es que el recuerdo de Francesco Vaccaro no se pierda. Él, el “santo de al lado”, el héroe sonriente de los Tambores. De ese maldito barrio de Taranto que lloraba más que sonreía. ¿Y quién todavía llora por aquel monstruo -llamado Ilva- que escupió sus vapores más venenosos en aquel barrio?
Francesco murió a la edad de veinte años por una anemia hemolítica autoinmune. Él y su lucha eran muy conocidos en la ciudad, gracias también a la fuerza de la familia, compuesta por la madre Milena, el padre Donato, antiguo trabajador de Ilva, y el hermano Giuseppe, que se trasladó a Reggio Emilia para trabajar. Cinco años después de su muerte, el párroco de la parroquia Gesù Divin Lavoratore, padre Eugenio Beni, firmó y remitió al arzobispo de Taranto, monseñor Ciro Miniero, la documentación necesaria para presentar la propuesta de «petición para iniciar la Causa de Canonización como Siervo de Dios” por Francisco.
«La petición – explicó la familia Vaccaro – fue apoyada por numerosos fieles…
