Día de la Liberación, Bruno: «Sin Resistencia todavía habría fascismo»

Por la mañana se celebraron en Andria las celebraciones del Día de la Liberación. Un momento vivido, como de costumbre, al pie del Memorial de Guerra de la ciudad de Federico. A continuación se muestra el discurso de la alcaldesa Giovanna Bruno:

«“Hay un adentro y hay un afuera”: es una expresión que utiliza el autor de un libro para describir una clara diferencia entre dos dimensiones: la de quien mira y la de quien es objeto de la mirada.
Me hizo pensar.
Mirar la historia es observar desde fuera y desde lejos.
En definitiva, escuchemos a quienes dicen que sólo los contemporáneos pueden escribirlo, porque son testigos directos de un hecho concreto.
Incluso en la Resistencia, cuyo trabajo recordamos hoy, hay un afuera y un adentro.
El exterior es la retórica de la celebración: un ritual supersticioso que tiene, al menos, el deber (y quizás también el poder) de protegerse de acontecimientos trágicos como el del gran desastre bélico que cayó sobre las cabezas de nuestros abuelos.
Más bien, es la dimensión del interior la que les pertenece. Pertenece a nuestros abuelos, bisabuelos o padres.
Hoy, incluso más que ayer cerca de 2024 pero más cerca de aquel 1939, la diferencia en la dimensión del interior se siente claramente, si la relacionamos con amenazas que ni remotamente estábamos inducidos a imaginar.
Así es como, acompañados de una sensación de empatía por las noticias, sentados a la hora del almuerzo del domingo o en el ajetreo de nuestras tareas diarias, recibimos superficialmente las noticias asépticas de vidas canceladas a sólo unas pocas decenas de kilómetros de la frontera de Europa.
Mientras el Papa Francisco contempla la logia de San Pedro pidiendo un alto el fuego; o mientras se planifican marchas por la Paz, o mientras circulan terribles imágenes de guerra, entre una actuación y otra del Festival o cuando alguien cruza la meta de un Gran Premio de Fórmula 1.
Distraídos, después de todo, porque estamos a salvo de las bombas. Porque de todos modos es una fiesta. Porque somos italianos.
Olvidando, brutalmente, que nuestros abuelos, o bisabuelos, o padres eran italianos, que de un momento a otro fueron absorbidos por el horror del “adentro”.
Dentro de la guerra: entraron de pies y manos, en muchos casos sin salir jamás de ella, obteniendo como compensación un nombre escrito en una piedra fría, como la del War Memorial, muchas veces indignados y ofendidos. Y con él sus historias, con él esos nombres, con él las vidas que representaban y la calidez que emanaban.
Pensando, con el debido respeto, en nuestros abuelos, o bisabuelos o padres, la palabra “resistencia” adquiere otro contorno.
Resistir no es simplemente esperar pasivamente a que pase la corriente, inclinándose como el torrente de un proverbio siciliano.
Resistir es actuar, vivir, mirar las cosas desde dentro.
Resistir es existir dos veces: mujeres y hombres que vinieron al mundo por amor y acompañados de la gracia del azar, dispuestos a escuchar la voz interior, esa elección minoritaria de nuestro Don Tonino Bello, testigo de la paz en tiempos de guerra. Nos gustaría más de Don Tonino Bello. Más testigos y menos narradores. Más constructores de paz. Para redimir a quienes fueron a la guerra en tiempos en que los que estaban al mando te obligaban a ir.
Necesitamos más trabajadores por la paz. Esa piedra arrojada en medio de un estanque que se hunde pero provoca un aumento imperceptible del nivel del agua significa que nada es inútil.
Resistir es existir sin tener que arrepentirse. Resistir es reconciliarse y reconciliarse. Resistir es vivir como hombres contemporáneos que, aunque atravesados ​​por un rico enjambre de tecnología, están cada vez más desnudos ante la irreconciliabilidad de los odios antiguos e instrumentales. Resistir equivale a aprender a superar algo que, dentro de unos años, nos parecerá absurdo, como nos parecerán absurdos nuestros coches, nuestra ropa o nuestras riñas en las redes sociales.
Resistir es medicina en el mundo contemporáneo. Es lo que permitió a nuestros mayores mirar con esperanza el futuro, cuando todo parecía perdido. ¿Qué tenemos que perder siguiendo este ejemplo?
Leo y releo, con gratitud y emoción, historias y frases de quienes vivieron en primera persona aquella guerra, algunos alcanzando la alegría de la Liberación, otros que nunca regresaron del frente: algunos de nuestros conciudadanos me las regalan como un regalo. Precioso gesto. Contenido real. Algunos de estos escritos pertenecen a nombres que están grabados aquí mismo, como Fedele Moschetta, cuyas historias valdrá la pena conocer algún día. Gracias.
Algunos otros son de aquellos como Matteo Cannone o Pasquale Gissi, que realmente fueron a la guerra. Pasquale, de 108 años, sigue entre nosotros. Signo tangible de esa Resistencia. ¡Gracias!
Con estas cartas ya no tenemos nada que escribir, nada que imaginar, nada que inventar; nada que negar.
Aquí hay antifascismo que es Resistencia.
Porque sin resistencia todavía habría fascismo. Sin peros ni peros.
Es la historia. Con su “adentro” y su “afuera”.
Sin Resistencia todavía habría fascismo.
No puedes tener miedo de admitirlo.
No aquí, no desde una posición como ésta, no desde este rol mío.
Sin Resistencia todavía habría fascismo.
Y por eso Resistir, hoy más que nunca, es deber de todos.

Feliz Día de la Liberación a todos.”

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