Venecia, 25 de abril. (askanews) – Hasta ahora, tan cerca. Los arcángeles del mundo contemporáneo tienen rasgos misteriosos, viven en un espacio sagrado pero al mismo tiempo violado, ofrecen cuidados, pero su naturaleza, y tal vez incluso su misión, siguen siendo, en última instancia, incognoscibles. Estas son las criaturas que Berlinde De Bruyckere, artista belga que brilla desde hace años en la escena contemporánea, trajo a la Basílica de San Giorgio Maggiore de Venecia, con la exposición “Ciudad de los Refugiados III”, evento colateral del 60° Arte Bienal. Un proyecto potente, ambiguo, complejo, que nos empuja a reflexionar sobre la naturaleza de lo divino y que dialoga en igualdad de condiciones con un lugar -la basílica palladiana- y con el arte que en él se contiene, como la extraordinaria “Última Cena” de Tintoretto. Concebidos durante la pandemia, los arcángeles de De Bruyckere están atrapados en un momento de suspensión, están en lo alto, como observadores, pero están a la vista, podemos ver la fragilidad de sus piernas, pero también el misterioso poder que se esconde en el parte superior de los cuerpos, velada como sólo pueden estarlo los verdaderos poderes. Son presencias que, gracias también a los espejos y a las enormes pancartas que las flanquean, crean una suspensión que recuerda la condición perennemente inestable del refugiado y la necesidad de mirar más allá. La exposición en San Giorgio continúa luego en otras salas, en la sacristía hay grandes troncos caídos que alimentan aún más la sensación de estar en un mundo que viene después de nosotros, una dimensión de la posthumanidad que, sin embargo, todavía parece desesperadamente ligada a la vida humana en planeta Tierra, tal como realmente podemos conocerlo. Y lo que emerge es la fuerza de la obra de Berlinde De Bruyckere, su intensidad que no hace concesiones y su dimensión que va más allá de la simple noción física.
