Liviano: «Por qué me distancié de Emiliano»

Concejal, en los últimos días se ha celebrado la conferencia, organizada por usted, sobre el compromiso de los cristianos en la política. Entonces, ¿tiene todavía sentido hoy hablar del compromiso de los cristianos en la política?

La presencia de cristianos tiene sentido si la dimensión valorativa es fuerte. Si hay personas que creen en algo y que tienen un camino valorativo preciso a seguir.

¿Y qué tan fuerte es esta dimensión de valor en la política actual?

La sensación es que prevalece la autorreferencialidad y que las elecciones se toman en función de las expectativas del rol. Esto a menudo lleva a estar bajo el control del jefe de turno, independientemente de sus afiliaciones. Debo decir que la ley electoral premia a quienes son leales al líder, no a sus habilidades.

¿Con qué consecuencias?

Quienes no tienen valores de referencia sólidos se inclinan ante el líder y los partidos no eligen a los mejores sino a los más fieles. Esto se traduce en elecciones que no están basadas en el servicio que se debe prestar al país.

¿Cree que esta premisa es la base de lo que está pasando en Bari?

El asunto de Bari es emblemático: el presidente Emiliano premió a sus más cercanos e incluso los más honestos acabaron haciendo la vista gorda. De esta manera algunos llegan a ser concejales por lógicas de pertenencia y en ocasiones por dinámicas basadas en intereses. Pero el problema no es Emiliano, sino el tejido social y cultural que, si no es cómplice, al menos guarda silencio.

Concejal, sin embargo, usted era un concejal regional designado por Emiliano y se vio obligado a dimitir por un asunto controvertido. Hablemos del 2015. Años después, ¿cuál es tu interpretación de aquella experiencia que terminó tan abruptamente?

Michele Emiliano me pareció un punto de referencia autorizado y me pidió que presentara mi candidatura. Fui elegido y nombrado concejal de Turismo y Cultura. Sin embargo, rápidamente entendí cuál era la idea de Emiliano de gestionar el poder, una idea basada en la necesidad de tener interlocutores sumisos a su voluntad. Es un sistema que antepone la necesidad de ampliar la esfera del poder al bien común. Pocos son terceros en estas dinámicas. No encajé en su lógica e inmediatamente se arrepintió de la elección que hizo conmigo. Todos conocéis el epílogo. A partir de ese momento me distancié de aquel sistema que descubrí profundamente hipócrita.

Y nunca más volviste a postularte para la Región.

No, porque no quiero ser instrumento de un sistema de este tipo.

Pero, más allá del epílogo, ¿puede hacer un resumen de su labor como concejal?

Por la forma en que terminó esa experiencia sentí que había decepcionado a la ciudad, que tenía expectativas muy fuertes puestas en mí, pero en cuatro meses creo que produje mucho: llevamos los Ori di Taranto a la Expo de Milán, contribuimos a Salvando el Paisiello, fui a Franceschini a recuperar los fondos perdidos para Fusco, abrimos la Sala a Tracciare del Arsenale para hacer teatro. En ese período organizamos una conferencia con el ex alcalde de Turín, Valentino Castellani, y con el alcalde de Bilbao. Queríamos entender cómo diversificar las perspectivas de la ciudad y en aquella ocasión Castellani nos dijo que la emancipación de Turín respecto de Fiat se produjo también gracias a los Juegos Olímpicos de Invierno. Esta idea la retomamos en la ley especial para Taranto y se materializó en los Juegos del Mediterráneo.

De los acontecimientos de Bari a los de Taranto. ¿Cuál es su opinión sobre el momento que vive la ciudad, a nivel político y social?

Lamento mucho las condiciones en las que se encuentra la ciudad. Sin embargo, se trata de un momento histórico importante, gracias también a los importantes fondos de los que el Municipio es receptor fortuito gracias también a la acción llevada a cabo por mí en la Región y por el entonces subsecretario turco del gobierno central. Es triste pensar que todo esto sucede cuando hay una mayoría débil en estabilidad y no siempre con las habilidades adecuadas. En todo esto observo una falta de responsabilidad por parte del alcalde, que teme el enfrentamiento y que, para tener gente leal a su lado, ha valorado la asistencia inadecuada. El resultado es que Taranto sigue vaciándose, cada vez más jóvenes se marchan y la ciudad envejece. De esta manera, el renacimiento anunciado tarda en materializarse a pesar, como decía, de la llegada de enormes fondos de los que otras administraciones pasadas no pudieron disfrutar.

¿Cuál cree que es el límite de esta administración?

Es muy autorreferencial, le cuesta presentarse con humildad y construir un diálogo con la ciudad. Al mismo tiempo, en aras de la honestidad intelectual, hay que decir que la actitud de quienes hasta hace unos meses apoyaban de manera convincente la misma dinámica que ahora cuestionan probablemente parezca instrumental. Taranto sufre de una clase dirigente que no siempre es adulta y yo añadiría que algunas dinámicas en Bari no parecen tan lejanas de lo que sucede en Taranto.

Concejal, a estas alturas una pregunta es obligada: ¿está pensando en presentarse a la alcaldía?

Demasiado pronto para decirlo.

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