la receta de salvación para el rossoblù

De Sergio Demuru

Una armonía redescubierta. Éste es uno de los ingredientes fundamentales que permitió un cambio de rumbo tan repentino en este final de temporada, que establecerá los veredictos definitivos. Cagliari que también alzó la voz contra los “grandes”, sin miedo y sobre todo sin esas vacilaciones que no habían dado resultados al principio de temporada.

El terrible tríptico, marcado por comparaciones con Atalanta, Inter y Juventus, en ese orden, puso de relieve la contratendencia esperada por el propio Ranieri al iniciar lo que se puede definir como el sprint final para poder mantener la categoría. Ya en la primera parte contra la Juventus del ex Allegri vimos a un equipo audaz, incluso descarado, al proponer una supremacía inesperada. Ella produjo juego, acercándose a una victoria inesperada considerando el valor del oponente.

En los primeros 45 minutos, Cagliari sorprendió a la Juventus con orden táctico y dinamismo, obteniendo dos penales y una ventaja de dos goles. Luego, en la segunda parte del partido, los rossoblù, cansados ​​por el exceso de energía, cayeron demasiado hasta el punto de abandonar el campo y fueron nuevamente atrapados. Pero la postal de aquella primera parte ante una Juventus, todavía luchando por la Liga de Campeones y actualmente con 64 puntos en la clasificación, visiblemente tambaleante.

Es algo que tendremos que cargar con nosotros en estos últimos cinco días que quedan hasta el final de una temporada de claroscuros. Sobre todo cuando tienen que afrontar enfrentamientos directos con el Lecce (en la “Unipol Domus”) y en casa con el Sassuolo (del ex Davide Ballardini). Cagliari ha alcanzado ahora su propia dimensión, la autoestima ha aumentado y ya nadie tiene miedo de nadie. El rossoblù puede jugar con cualquiera. También contra el Milán (en el Meazza) y en la “Unipol Domus” contra la Fiorentina.

Independientemente de si ambos tienen ambiciones europeas o no. Al final se harán los cálculos, pero la “tendencia” parece favorable y cuatro partidos consecutivos sin derrota dan testimonio de una nueva serenidad. La próxima ronda en casa contra el Génova es traicionera, pero hay que contarla entre esos partidos en los que nada se puede dar por sentado. Sin Luvumbo (descalificado), pero contra un equipo ya seguro que no regalará nada, pero que no tendrá un ritmo competitivo al más alto nivel. Aquí será el típico caso en el que las motivaciones podrían marcar la diferencia. Y no hay duda de que al equipo de Ranieri le sobra.

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