Se ha alcanzado el objetivo mínimo. La Juventus está en la final de la Copa de Italia, pero cuánto esfuerzo hizo ante una Lazio que hasta pocos minutos para el final estuvo a un paso de una posible remontada. Esta vez los cambios marcaron la diferencia. El disparo cruzado de Weah, más disparo que centro, permitió a Milik marcar el gol que ahuyentó los fantasmas. Porque una eliminación de la Copa de Italia tras el 2-0 de la ida, como subrayó Allegri, también habría tenido un efecto perjudicial en la final del campeonato. Se consiguió la clasificación y eso trajo ilusión a un vestuario que daba muchas muestras de nerviosismo. Cambiaso, McKennie y el propio Vlahovic no ocultaron su decepción en el momento de la sustitución, claras señales de las dificultades que vive la Juventus.
Los aspectos que surgieron en el Olímpico
La final alcanzada dejó a un lado los malos humores y devolvió las sonrisas. Pero Allegri sabe que hay muchos aspectos que también surgieron puntualmente en el Olímpico. Desde una primera parte en general mal jugada, pasando por los errores defensivos de Alex Sandro primero y luego de Bremer, hasta la falta de incisividad de los atacantes. Como en Cagliari, la Juventus necesitó algunos cachetazos para reaccionar. Ciertamente el desempeño general fue mejor. Rabiot, por ejemplo irreconocible en Cagliari, dio signos de recuperación ante la Lazio. Signos de mejora del equipo que deben confirmarse el sábado por la noche contra el Milán, para asegurar también la Liga de Campeones y luego intentar cerrar un período de tres años sin satisfacción con al menos un trofeo. Antes para la Juventus la Copa de Italia era sólo un plato de acompañamiento, hoy es el plato principal. Esto también es un signo de los tiempos.
