¿Sabías? El águila real vive en Cerdeña | Ogliastra

“Todo lo que necesitas es la música del mar”.

220 horas de trabajo, un amor visceral por el propio pueblo y por toda la isla y un gran deseo de hacer brillar esta franja de tierra a menudo menospreciada: estos son los ingredientes del último e importante trabajo que la empresaria arbataxiana Sabrina Caredda ha producido. .

¿Pero de qué estamos hablando?

Pues una miniatura del centro de Arbatax, con la preciosa catedral de pórfido rojo que completa el cuadro y da una idea de la encantadora belleza del lugar.

Cada detalle está cuidado hasta el más mínimo detalle, al atardecer las lucecitas también iluminan el pequeño pueblo de Caredda para dar ambiente, y hasta hay una joya: un culurgiones rojo, símbolo de Ogliastra, destaca a la izquierda del edificio -en la rotonda del puerto- que, imponente, mide 100×120.

«Rojo como el amor que tengo por mi país y por mi región», explica Caredda, refiriéndose al plato tradicional de Ogliastra, «después de todo, Arbatax también se llama la Puerta de Ogliastra».

Pero, ¿de dónde viene la chispa de esta creación que ya está en los titulares? «Esta idea nació de la búsqueda de un atractivo turístico» son palabras del empresario arbataxiano. «Aquí en Arbatax, los turistas preguntan a menudo cómo llegar al centro pensado como un lugar para caminar, encontrarse con otras personas, comprar, comer un helado. En definitiva, encontrar atracciones. Y se me ocurrió hacer algo que llamara la atención de quienes vienen a pasar aquí sus vacaciones.»

El próximo objetivo de Caredda es mover la miniatura, actualmente ubicada en el Info Point que gestiona, para liberar espacio y poder trabajar. Necesitamos una bonita vitrina de acero y cristal, que lo proteja del sol -que corre el riesgo de decolorarlo- y que aún así lo haga visible desde la calle: sí, para qué moverlo, pero sólo ligeramente, para que siga estando a la vista.

Se ha apreciado mucho el que es el primer trabajo de este tipo para Sabrina: «También lancé un desafío», explica. «Quienes sean apasionados de estas cosas podrían crear una miniatura de su barrio, para que cada uno de ellos se convierta en un atractivo itinerante que los turistas puedan admirar mientras recorren el pueblo».

Y en definitiva, ¿cómo no aceptar este desafío?


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