Callejero actualizado de todos mis besos

Callejero actualizado de todos mis besos de Daniela Ranieri es una arquitectura emocional estratificada sobre la que brama el lenguaje barroco de la autora, un río en pleno caudal de lenguaje refinado que se sirve constantemente de citas, de mundos literarios, pero que bebe liberalmente de la carnalidad de la experiencia, sin evitar embarrados en los pantanos emocionales, en los ridículos subterfugios de la vida cotidiana.

[…] El forastero del metro que llama amor, cariño, cariño, a la primera chica que encuentra, pasa luego incesante, en la tectónica de placas del amor, de ser un ángel disfrazado, enorme, negro, brillante, con ojos de esmalte blanco como los del estatuas pescadas en el abismo, para encarnar al varón corriente, al transeúnte común afectado por la erotomanía normal de los hombres, que no podía dejar de seducir a una mujer que le estorbaba el paso. Y también en este aspecto, frente a lo que me gusta de los hombres, ¡cuánto me gustaba! Y cuánto me sigue gustando hoy. Aun cuando he amado por mucho tiempo, lo que buscaba en la relación cotidiana con mis amantes era ese primer instante auroral del encuentro: el instante de las ninfas que se ven y ven por primera vez al que amará. ellos o atacarlos.

Una borrachera del yo, la del narrador, rica y sabrosa, el apremiante desdoblamiento de una personalidad angulosa, intrincado soliloquio guiñando el ojo al lector. Palpitante en el momento de destapar pasiones, irónico cuando indica debilidades, incluso y sobre todo las propias, poético al transportarnos a mundos descubiertos por los perfumes, agudo a la hora de poner bandos de la sociedad en el sedán.

Y luego están los besos de los que el libro es una guía de calles, actualizado a más tardar hoy, pero abierto a futuras adiciones. un mapa de amorcolocados en cualquier nivel de intensidad, que han atravesado la vida del narrador, esparciendo desechos, abriendo alternativas, dejando remordimientos, abriendo desahogos, midiendo el viaje lleno de baches de una mujer que nunca se ha desesperado por encontrar el amor, maldiciéndose por perseverar y no saber cómo evitarlo. Un guía callejero que en vez de ilustrar las calles las desparramaconfunde más que guía, sigue los rastros que dejan quienes la recorren, en un agotador juego de aperturas y cierres pero siempre lleno de nuevas esperanzas.

El lenguaje barroco del autor hace estragos en esta arquitectura emocional estratificada, un río embravecido de lenguaje refinado que se sirve constantemente de citas, de mundos literarios, pero que extrae con ambas manos de carnalidad de la experiencia, sin evitar enlodarse en los pantanos emocionales, en los ridículos subterfugios de la vida cotidiana. Inevitablemente, un libro de este tipo tenía que confiar su éxito a la escritura y Ranieri aguanta la prueba durante casi setecientas páginas sin pasajes vacíos, con una prosa viva, sólida ya veces verdaderamente inspirada.

Gastroscopia sentimental

Mi padre murió (esta aseveración necesita verificación: cada palabra que la compone abre abismos de sentido en los que caigo y me muero en pedazos) que yo era niño, una tarde de junio cuando llovía. Lo estaba esperando en casa como todas las tardes, y por supuesto no tengo ningún recuerdo de esperarlo y haberlo esperado en vano. Sencillamente, la persona que fue mi padre desapareció en algún momento, y mi vida creció alrededor de ese hueco, como lo hacen algunos árboles que tienen el tronco vaciado por la catástrofe, el rayo, el hongo o el parásito; como las alas de ciertas aves que muestran líneas de crecimiento alrededor de una grieta. Crecí alrededor de ese agujero (otra vez: como una casa alrededor de un cráter), ese no volver a la casa de alguien que estuvo allí antes y era importante.

Tal libro juega claramente con el autobiógrafo de los hechos narrados, confundiendo hechos y pensamientos reales y literarios. Poco importa desenredar verdades y fantasías, en realidad no importa nada, porque se nos da un un texto tan rico y multifacético para ser abandonado sin freno, como lo son las consideraciones del narrador. Por qué el hechizo del narrador de Ranieri consigue meter al lector en la montaña rusa de las profundidades del protagonista.

El camino trazado cruza amores, anhelos y decepciones, como momentos de éxito. Este ir y venir de los hombres no es una lista, es el cruce de sueños de amor contra el duro desdoblamiento del concepto en el mundo, el empobrecimiento rapaz que siempre deja atrás las esperanzas del amante, los golpes temerarios de quienes lo intentan guiados por el instinto y atados por las expectativas que brotan de las necesidades construidas sobre la personalidad. Es un camino torcidosollozando entre conclusiones y reinicios, donde la idea sigue equivocándose apunta a la tierra.

Luego hay toda una serie de consideraciones relativas a la sociedad y al mundo que rodea al narrador, lugares, perfumes, ideas, personas, viajes, una cascada impetuosa que sabe suavizar, una delicadeza que se desborda en pequeñas cosas. La construcción del universo del protagonista es fundamental y se lleva a cabo presentándonos los diferentes lados de esta pequeña figura geométrica y muy desgastada. El callejero no está rodeado por el desierto, sino que indica los caminos que parten y llegan a la protagonista, el soplo con el que respira en el mundo.

un libro fascinanteun viaje vivo y caprichoso, sin pausas y atravesado por una prosa vibrante.

Daniela Ranieri- Callejero actualizado de todos mis besos – Ponte alle Grazie

Calificación – 84%

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