El cuaderno de Alba, un lugar del alma

Florencia, 19 de mayo de 2024 – Alba De Cespedes (madre italiana, padre cubano) desde finales de los años treinta hasta finales de los setenta tuvo un gran éxito, con decenas de traducciones en todo el mundo (hasta setenta), películas de directores famosos y dramas de Rai con actrices y actores famosos. . Luego queda en el olvido hasta desaparecer del catálogo, y durante muchos años quien quiere leerlo tiene que buscarlo en librerías de segunda mano o en puestos de venta. Pero finalmente –algunos dicen que es gracias a un comisario literario que lo lee– llega de nuevo a las librerías con nuevas ediciones, para el placer de los lectores alérgicos al polvo viejo, que ahora pueden leerlo sin estornudar.

En esta columna me gustaría hablar de todos sus libros, pero ahora me gustaría contarles algo sobre “Cuaderno prohibido” (1952), que en 1980 se convirtió en un drama de Rai con Lea Massari como protagonista, y ahora regresa como una serie de televisión producida por Notorious Pictures (que también ha adquirido opciones sobre sus otras novelas). Es la historia de Valeria, que un domingo entra a un estanco, se siente atraída por una libreta, quiere comprarla, pero el comerciante le dice que los domingos está “prohibido” vender libretas. Lo ruega, lo necesita… Al final el estanco cede y se lo vende. Valeria regresa a casa, intenta esconder el cuaderno (aún vacío), pero se da cuenta de que no hay un solo rincón capaz de garantizar que su marido o sus dos hijos pequeños (un niño y una niña) no lo encuentren, tal vez por casualidad. Y ese cuaderno se convierte en su amigo secreto, al que le revela con sinceridad lo que siente, lo que piensa, cómo siente… y a través de esas páginas entenderá muchas cosas sobre sí mismo: por tanto, la escritura como camino de conocimiento, como descubrimiento. . Ese cuaderno prohibido se convierte en un “lugar” del alma donde las palabras iluminan las zonas oscuras, donde la escritura aclara, transformando las sensaciones en pensamientos, las emociones que serpentean por la sangre en visiones conscientes. Una especie de celebración del poder revelador de la “escritura”.

Pero no sólo eso: a partir de esta novela descubrimos cómo la fractura entre generaciones, la insatisfacción de los jóvenes, su incapacidad para sentirse a gusto en un mundo que no reconocen, en definitiva, todas esas cuestiones que estallaron muchos años después en ‘ 68, había germinado después de la guerra. En esos años, Alba sintió ese malestar incurable y sintió la necesidad de contarlo en esta “pequeña gran” novela, tal como lo había hecho en el 49 en su (quizás) obra maestra, “De su lado”.

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