Libros – Warren Zanes – Líbrame de la nada. Bruce Springsteen y Nebraska :: Los especiales de OndaRock

Autor:Warren Zanes
Título: Líbrame de la nada. Bruce Springsteen y Nebraska
editor: Jiménez
paginas: 280
Precio: 22,00€

Érase una vez, cerca de Colts Neck, Nueva Jersey, una pequeña casa de un piso, con una alfombra peluda de color naranja y un pequeño dormitorio con vista a un embalse. Estaba ubicado al final de un callejón y el lugar, para ser honesto, también olía un poco. En cualquier caso, fue precisamente allí donde, tras haber dejado de jugar para promocionar su último trabajo, el doble “The River” (1980), Bruce Springsteen se fue a vivir durante un año, prácticamente aislado de todos, incluidos sus amigos. de la E Street Band, que no volvió a saber nada de él durante varios meses. Algo en él estaba roto. Hasta ahora el éxito le había garantizado una vida relativamente cómoda, pero el equilibrio interior, la felicidad, la tranquilidad, ciertamente no eran cosas que el dinero pudiera comprar. Bruce estaba, en definitiva, al borde del abismo y cuando le reveló a su amigo y manager Jon Landau el infierno que estaba pasando, le dijo que sólo un especialista podría haberlo ayudado. Lo que, en cualquier caso, le salvó la vida fueron sobre todo las canciones que en esa misma casa, y más concretamente en aquel pequeño dormitorio, escribió y grabó solo, utilizando una sencilla Teac 144, un magnetófono de cuatro pistas que le consiguió. por su técnico de confianza Mike Batlan, un dispositivo que no era nada profesional (899 dólares al por menor), pero que sin embargo le habría permitido realizar sobregrabaciones.

Aquellas canciones, que Bruce dejó casi por casualidad, sentado a los pies de su cama y sin pensar en la posibilidad de hacer un disco con ellas, eran el espejo más auténtico de los conflictos internos no resueltos, esos que Bruce llevaba dentro desde pequeño. y que precisamente en ese periodo (estamos en el otoño de 1981, un momento de “pura y simple soledad”, para citar a Dave Marsh) el Boss intentó salir adelante recurriendo a canciones muy alejadas de la carga visceral y el énfasis de la mayoría de sus los que habían llenado sus últimas cuatro caras de vinilo. Eran canciones, las de “Nebraska” (este es el título que luego acabará en su disco más íntimo y doloroso), que fotografiaron, con crueldad (y será Suicide, sobre todo las de “Frankie Teardrop” las que inspirarán en este sentido, pero también ver “Young Rage” de Terrence Malick y leer los cuentos de Flannery O’Connor desempeñarán su papel), su alienación (“Soy por naturaleza una persona alienada. Siempre lo he sido”), su encontrarse prácticamente con sus pies en el abismo, pero también su deseo de liberarse de esa nada que es una imagen vacía, pero precisamente por eso extremadamente poderosa, de lo que solemos llamar depresión.

En este espléndido libro suyo, Warren Zanes (a quien los entusiastas recordarán por haber sido miembro fundador y guitarrista de Del Fuegos y que desde hace algunos años, tras obtener un doctorado en estudios visuales y culturales, enseña en la Universidad de Nueva York) Reconstruye esa delicada etapa de uno de los músicos de rock más famosos y queridos de todos los tiempos, así como la génesis de su álbum más enigmático, demostrando no sólo ser una gran pluma, sino también un cuidadoso y sagaz investigador de las cuestiones musicales. Capítulo tras capítulo, descubrimos o redescubrimos cómo y por qué, después del excelente éxito de “The River” y antes de la hazaña definitiva y multimillonaria de “Born In The USA”, Springsteen se encontró lidiando con sus tormentos más profundos, ansioso de alejándose de los focos y dispuesto a descender a su infierno, extrayendo de él canciones tan desnudas que parecen, en palabras del propio Zanes, “una pintura rupestre en la era de la fotografía”. Eso sí: el Boss llevó esas canciones al estudio (las había grabado en un sencillo casete de Maxell) y trató junto con la E Street Band de darles otra forma, evidentemente con más cuerpo, pero algo dentro de él empujaba a que permanecen como nacieron, allí, en ese pequeño cuarto, en la sombra, donde pasado y presente habían aniquilado casi por completo la llama del futuro, que sin embargo seguía manifestándose como esperanza dentro de aquellas arquitecturas desnudas hechas de guitarra, voz y oscuridad. . Y cuando se dio cuenta de que cualquier intento de traspasar ese cerco de la simplicidad primitiva no estaba produciendo los efectos deseados, tomó la necesidad de publicar todo tal como había sido registrado casi como una señal del destino.

En su impecable análisis, Zanes, apoyado en los recuerdos del propio Springsteen, reconstruye también el paso de aquellas grabaciones del casete al vinilo, un procedimiento nada sencillo en su momento, pero que demuestra hasta qué punto “Nebraska” era un disco difícil. en todos los aspectos y para todo. Al final, cuando llegó a las tiendas de discos (era el 30 de septiembre de 1982), vino acompañado de una portada en blanco y negro (se utilizó una fotografía de 1975 de David Michael Kennedy) y una foto interna, tomada por el propio Kennedy, que Retrató a Springsteen justo dentro de las paredes de esa pequeña casa de un piso que alquiló en Colts Neck.

La foto que usamos en el interior era en cierto modo mi fantasma. No fui exactamente yo. (…) No sé cómo le quieres llamar… la parte más antigua de ti que se queda contigo.

Esa parte se quedaría con Bruce y todavía vive con él, dentro de él. Para todos los demás, existen los surcos de “Nebraska” en los que buscarlo y las páginas de este libro en las que centrarse en ello.

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