El premio Strega al peor libro es para Valerio y Mira

El premio Strega al peor libro es para Valerio y Mira
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La columna de hoy es un poco especial. Este no es un libro liberal que recomiendo a los lectores. Pero este es un doble a evitar. Como cada año, me tomo muy en serio mi papel como jurado del Premio Strega. Generalmente no participo en los eventos sociales del reconocido licor. Estaría fuera de lugar. Y pensar que voté M de Antonio Scurati, como muchos otros libros que luego se convirtieron en mantra de la izquierda. Me gustaron, como un libro sobre el acero Piombino y Avallone. Cuando no había absolutamente nada, evité votar. Por respeto a Franco Alberti, el inolvidable y culto propietario del licor Strega, que me contrató, creo que lo mínimo es leer a los cinco finalistas, si no a la docena que todavía están en liza a estas alturas. Y le estoy agradecido. Sin él nunca jamás habría leído la basura que he leído. Por pereza y por la edad decides hacer siempre lo que esperas que te guste. Por eso, a diferencia de Strega, siempre parto de lo que considero más alejado de mi sensibilidad.

Este año decidí empezar con Chiara Valerio con Quien dice y quien calla (Sellerio) e Valentina Mira con Del Mismo Lado me encontrarás (Shem). Dan vergüenza, más los primeros que los segundos. Por eso tal vez sea el favorito. Es la historia de dos señoras homosexuales que viven en un pequeño pueblo a una hora de Roma. Vittoria es mucho mayor que Mara, pero también más misteriosa. Con un pasado rico y sofisticado, lo deja todo para comprometerse y huir con Mara, una prostituta violada por el marido de Vittoria en una fiesta romana. La trama no existe, los personajes no interesarían ni a un babuino, no hay diálogo, y luego están las consideraciones generales. “Supongo que aquellos que se han amado absolutamente a sí mismos pueden ignorarse absolutamente a sí mismos”. Juro que Valerio lo escribió. Y de nuevo: «Me juzgué por mis vicios, me juzgué mal, y de hecho fumé encerrado en el baño» y finalmente «Termini (pensada como estación, ndt) y me enamoré, creo que fuimos correspondidos porque nada tiene “Nunca me ha pasado y el amor nunca ha terminado”.

Mira escribe mucho mejor y ni en broma se le habría ocurrido jamás un amor correspondido con la estación Termini. La suya es la historia del suicidio de Mario Scrocca en prisión. Fue acusado, sin muchas pruebas, casi ninguna, de haber sido uno de los asesinos de los dos jóvenes militantes de Acca Larenzia en Roma. Es un libro terrible. Sí tremendo. Especialmente para aquellos que nunca han sido extremistas. El libro cuenta el drama de este suicidio, a través de la mirada de su joven viuda, describiendo paso a paso su brutalidad. Pero es como si, en una especie de apartheid literario e histórico, el sufrimiento de los asesinados (los militantes del MSI) no contara. A medida que aumenta la ira por la injusta muerte suicida de Mario, aumenta la ira del lector por la incapacidad de comprender la muerte de su presunto adversario. Es un libro en el que la compasión, la razonabilidad y la indignación son unilaterales.

Los dos libros venderán muchas copias, según los estándares italianos.

Puedes prescindir de él.

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