Dos voces a contracorriente para contar otros tantos destellos del siglo, con sus sueños, las penurias y los complicados puntos de inflexión de la historia. Tejiendo los hilos están los hermanos Alberto y Giancarlo Mazzuca, ambos ya autores de este periódico, que entonces dirigía este último. Los dos protagonistas son, en cambio, Giuseppe Prezzolini e Indro Montanelli, maestros del periodismo unidos por un hilo común muy evidente en Le due voci, que acaba de llegar a las librerías para Baldini+Castoldi: investigación obstinada, pensamiento independiente, buscado a lo largo de toda una carrera, incluso en el costo de cometer errores. Prezzolini y Montanelli, maestro y alumno, comparten el testigo de ese nombre periodístico, La Voce, que ambos compartirán con casi ochenta años de diferencia. De ahí un libro concebido en dos etapas, en las que sin embargo las referencias al antes y al después son continuas, al igual que los puntos en común. Como el desafío de perfilar un pensamiento conservador que se elevara por encima de los acontecimientos políticos de la época, el advenimiento del fascismo en un caso, el nacimiento de la Segunda República en el otro. O la dificultad de una aventura empresarial solitaria y casi quijotesca, la conciencia de afectar de alguna manera la carne viva del país, con dos pensamientos críticos cuyo signo aún es claramente visible en la sociedad, en las controversias y en la historia de la información italiana.
El resto es anecdótico, útil por una vez no sólo para reconstruir destellos de la curiosa vida cotidiana, sino más bien para esbozar dos enormes figuras que han permanecido, por elección y coherencia, a la sombra de una Voz en la que se puede delegar todo el proscenio.
Simone Arminio
