El gato Johnny Stecchino es feliz incluso con las patas entablilladas, pero lo que ha sufrido te sorprenderá

Aprender a caminar no fue tan fácil para este gato como para sus compañeros. Pero es un verdadero milagro que a día de hoy siga vivo y corriendo por ahí, mostrando toda su alegría y sus ganas de vivir. Esto se debe a que Johnny llegó al Control de Animales en el condado de Frederick, Maryland, con su cuerpo completamente devastado. Fue atropellado por una cortadora de césped y salió vivo pero con innumerables heridas. Resultó herido cerca de los ojos, perdió un tercio de la cola, tenía cortes profundos en la espalda y el pecho pero sobre todo sus patas delanteras quedaron completamente fracturadas.

Necesitaba atención especializada y apoyo especial, que Ellen Carozza de la Chris Griffey Memorial Feline Foundation decidió ofrecerle. Ese accidente pudo haberle costado la vida y a pesar del dolor y sufrimiento que le causaron sus heridas, esta pequeña bola de pelo se mantuvo extraordinariamente tranquila e imperturbable, encariñándose inmediatamente con las personas que lo ayudaron, agradeciéndoles ronroneando y mostrándoles todo su cariño.

El equipo veterinario recibió al pequeño luchador con los brazos abiertos. Crearon un par de férulas “personalizadas” para él usando depresores de lengua y uniéndolos para crear una cavidad en forma de V para sus brazos, lo que le permitió usar sus pies cómodamente. Ellen también se especializa en la rehabilitación de los gatitos más pequeños y vulnerables. Y le tomó mucho cariño a Johnny, quien se unió a ella desde el primer momento. “Su nombre originalmente era Johnny Deere, en honor a las cortadoras de césped. Luego lo rebautizamos como Johnny 2 Sticks, en homenaje a la película Johnny Toothpick, porque sus palitos parecían palillos de dientes”.

Y a pesar de llevar férulas, siempre estaba feliz y activo. “No puedo entender cómo este gatito puede estar feliz de estar entablillado, algo que cualquier otro gato odiaría. Es un tipo tan feliz, es simplemente su carácter”. Y lo que más sorprende es el hecho de que siempre se hacía cualquier medicación sin jamás objetar ni quejarse. Incluso en los momentos más difíciles se mostró feliz y cariñoso”.

En tan sólo unas semanas, la salud de Johnny mejoró notablemente. Y cuando volvieron las radiografías “estaba encantado de poder usar sus patas delanteras sin restricciones”. Tuvo que volver a aprender a caminar, por supuesto, pero esta libertad le permitió llegar a lugares que hasta entonces le habían estado cerrados, pero sobre todo pudo conocer a los demás gatos residentes, aprendiendo el arte de la socialización, es decir, “hinchando su pelaje y caminando como un cangrejo frente a ellos, tratando de parecer dos veces más grande de lo que realmente era”.

A pesar del angustioso comienzo, Johnny nunca dejó que eso lo detuviera. Era un luchador tenaz con una actitud inquebrantable. Y ahora que ha ganado esta batalla, está listo para encontrar un hogar propio donde pueda reinar supremo, entretener a su pueblo y ser mimado como el rey que ya cree que es.

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