¿Pueden las aplicaciones que recrean a personas que ya no están con nosotros ayudar en el duelo?

¿Pueden las aplicaciones que recrean a personas que ya no están con nosotros ayudar en el duelo?
¿Pueden las aplicaciones que recrean a personas que ya no están con nosotros ayudar en el duelo?

En 2022, una versión virtual de Marina Smith, una mujer de 87 años de Nottinghamshire, asistió a su funeral en Babworth por vídeo para responder a una serie de preguntas que le plantearon su hijo y otros amigos y familiares presentes. Smith, ex profesora jubilada y cofundadora del único museo dedicado al Holocausto en Inglaterra, había aceptado unos meses antes, tras una propuesta de su hijo Stephen Smith, director general de la empresa californiana StoryFile, de “entrenar” a un robot artificial. Software de inteligencia capaz de crear entidades virtuales a partir de datos personales. Por ello, en enero pasó un par de días hablando de su vida durante unas horas delante de un ordenador que la filmaba a través de una cámara web.

Los rápidos avances en el desarrollo de software que simula conversaciones humanas, de las cuales ChatGPT es el ejemplo más conocido, han llamado la atención desde hace tiempo sobre numerosos ámbitos sociales y laborales en los que se podría influir en el futuro o que ya han cambiado parcialmente. Desde hace unos años, varias empresas intentan explorar la utilidad y rentabilidad de la inteligencia artificial también de luto.

Uno de los avances tecnológicos más recientes en la gestión de las experiencias de duelo de las personas en duelo son los “griefbots”. dolor, “duelo” y bot). Son particulares chatbots que permiten simular conversaciones con la versión digital de un ser querido fallecido, basados ​​en un software de inteligencia artificial que hace uso de grandes modelos lingüísticos (modelo de lenguaje grande, Máster en Derecho). Los datos utilizados para entrenar el software pueden ser correos electrónicos, mensajes de texto, notas de voz, vídeos e información en otros formatos sobre el fallecido.

Las empresas que ofrecen este tipo de servicios, actualmente en su mayoría estadounidenses, no suelen mencionar explícitamente el duelo en la descripción de sus aplicaciones como una condición en la que pueden resultar útiles. No lo hacen porque en realidad se dirigen a un público más amplio, que en parte se superpone al de los usuarios de aplicaciones que permiten mantener conversaciones y relaciones con socios virtuales a partir de determinadas indicaciones proporcionadas por el usuario. Pero tampoco mencionan el duelo para eludir parcialmente cuestiones legales y éticas subyacentes, relacionadas no sólo con el procesamiento de datos personales sino también con los riesgos en el uso de aplicaciones por parte de personas en condiciones particulares de vulnerabilidad y fragilidad emocional.

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Al describir una aplicación llamada Vera AI, que afirmaba permitir a los usuarios crear copias imaginarias de amigos y familiares (actualmente ya no está disponible), el sitio de tecnología futurismo citó las reacciones críticas de varios usuarios en redes sociales respecto a la disponibilidad de servicios de este tipo en las tiendas de aplicaciones. También señaló que, aunque no está claro qué tipo de datos estaba usando la aplicación, en una versión anterior de la página de descripción en Google Play la instalación pedía permiso para acceder también al “almacenamiento USB” y a “fotos, contenido multimedia y archivos”. ” contenido en el dispositivo.

Una empresa de California llamada AE Studio ofrece un servicio aún más explícito, Seance AI, basado en grandes modelos de lenguaje y descrito como «el encuentro de la inteligencia artificial y el más allá», por la posibilidad de que «tus seres queridos vuelvan a hablarle al corazón». (sesión en inglés significa “sesión”). Otro servicio llamado YOV, acrónimo de Tú, sólo virtualle permite crear personas virtuales (“versiones”) y el proveedor lo describe como una forma de mantener “a su ser querido con usted para siempre” para que “nunca tenga que decir adiós”.

Uno de los aspectos que complica el ya complicado tema de la inteligencia artificial aplicada al duelo es que la tecnología presente en servicios de este tipo alimenta una industria orientada principalmente al beneficio. La mayoría de las aplicaciones para crear personas virtuales mediante software de inteligencia artificial son de pago. Los fabricantes que mencionan explícitamente el concepto de la otra vida –o, más alusivamente, la imposibilidad de hablar con versiones reales de personas– se limitan a recomendar el uso temporal de las aplicaciones para superar momentos difíciles. Y las oportunidades de negocio proliferan en un espacio legislativo gris donde las líneas entre las aplicaciones de salud y bienestar no están definidas de forma clara y rígida.

Incluso suponiendo que las empresas no estén motivadas únicamente por intereses comerciales, el principal problema de las aplicaciones de duelo que se basan en reproducir artificialmente las relaciones con los fallecidos es que no existe evidencia científica de los beneficios de esta práctica. De hecho, existe una sospecha generalizada en la opinión pública de que pueden aumentar el riesgo de rutinas contraproducentes y poco saludables, interfiriendo con los procesos psíquicos subyacentes al proceso de duelo.

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Mantener algún tipo de vínculo psicológico con la persona fallecida no es en sí mismo un fenómeno patológico ni una conducta que deba evitarse, suponiendo que sea posible hacerlo. Algunos estudios han sostenido durante mucho tiempo que el proceso de duelo implica en realidad una evolución progresiva de ese vínculo y una remodulación del significado que se le atribuye de manera que favorezcan la adaptación a la pérdida. Tener a mano una fotografía de un ser querido fallecido, volver a verlo en vídeo o escucharlo en grabaciones antiguas, por ejemplo, puede ayudar a algunas personas a afrontar y superar el dolor de esa muerte.

Sin embargo, en determinadas circunstancias, un vínculo duradero puede volverse “inadaptado”: este es el principal riesgo al que los usuarios de aplicaciones que utilizan inteligencia artificial parecen expuestos a largo plazo no tanto para recordar a las personas fallecidas sino, en cierto sentido, para imitarlos. Las empresas que los producen, en lugar de desarrollarlos de manera irresponsable y sin criterios sugeridos por los especialistas, deberían hablar con personas que piensen que pueden necesitar esta tecnología para satisfacer necesidades específicas, dijo a la revista. oscuro Carla Sofka, profesora de estudios sociales en Siena College, Nueva York, y experta en tecnología del duelo.

“Cada persona es diferente en la forma en que procesa el dolor”, añadió Sofka, que no excluye que los robots de duelo puedan convertirse para algunos de ellos en una nueva herramienta para afrontarlo. Sin embargo, podrían crear en otros usuarios la ilusión de que el ser querido no está muerto y obligarlos a afrontar una segunda pérdida si deciden dejar de utilizar el servicio. La preocupación más concreta compartida por varios expertos en tecnología y salud pública es que i chatbots sociales En general, pueden activar mecanismos de dependencia emocional en conversaciones virtuales que involucran a las personas durante mucho tiempo -especialmente a aquellas en duelo- y las excluyen de la vida social.

Para un proyecto de investigación, un grupo de académicos de la Universidad de Kent, en el Reino Unido, y del Instituto Tecnológico de Kioto, en Japón, realizaron en 2023 una serie de entrevistas a diez personas que, tras un duelo, habían utilizado aplicaciones para creación de personas virtuales. La mayoría de ellos continuaron las conversaciones virtuales durante menos de un año, utilizando las aplicaciones, especialmente en las primeras etapas del duelo. Las personas entrevistadas también dijeron que su objetivo no era crear versiones virtuales de los fallecidos para tener una relación duradera con ellos en el tiempo.

Según el grupo de investigación, serán necesarios más estudios para comprender cómo los robots de duelo podrían influir en el procesamiento del duelo en el futuro. A falta de datos públicos proporcionados por las empresas fabricantes, la dificultad del grupo para reclutar personas para utilizarlos sugiere que actualmente no representan una aplicación generalizada de la inteligencia artificial. Pero las cosas podrían cambiar, especialmente si la creciente disponibilidad de dichos servicios coincide con una creciente escasez de profesionales calificados en salud mental.

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