DE NUESTRO CORRESPONSAL
LONDRES – Prefirió dimitir antes que ser inhabilitado por el Parlamento: el Primer Ministro escocés, Humza Yousaf, dejó el cargo poco más de un año después de asumir el liderazgo del Ejecutivo de Edimburgo. Un final sin gloria para el primer primer ministro musulmán y de origen paquistaní al frente de una de las cuatro naciones que conforman el Reino Unido.
Yousaf apenas pudo contener las lágrimas durante el discurso de despedida: pero su destino había aparecido marcado desde la semana pasada, cuando su mayoría, basada en la alianza entre nacionalistas y verdes, se había derrumbado y las oposiciones laborista y conservadora habían presentado dos mociones de censura, que habrían sido votadas el miércoles.
La coalición gobernante había implosionado después de que los nacionalistas de Yousaf anunciaran abandonar el ambicioso objetivo de reducir las emisiones en un 75% para 2030: un retroceso que había provocado la ira de los ecologistas, ya molestos porque el primer ministro había aceptado las conclusiones del informe Cass, la investigación encargada por el sistema sanitario inglés que había calificado de infundada toda la medicina pediátrica en materia de transición de género. Los Verdes escoceses son firmes partidarios de la ideología transgénero y el gobierno de Edimburgo intentó aprobar una ley sobre la autoidentificación de género el año pasado, que Londres vetó.
Yuosaf había recogido una herencia que era muy difícil de gestionar: él, apodado “Humza el inútil”, se había encontrado coleccionando los pedazos que dejó Nicola Sturgeon, la primera ministra que tuvo que dimitir el año pasado abrumada por las reacciones a la ley trans y los escándalos financieros del partido (está bajo investigación y su marido ha sido acusado). Desde El nacionalismo escocés ha caído en una pendiente resbaladiza y las encuestas ahora los muestran detrás del Partido Laborista: si acudiéramos a elecciones anticipadas, como es posible, su mayoría se reduciría aún más.
Después de 17 años en el poder, los nacionalistas han llevado a Escocia a un callejón sin salida: e El sueño de la independencia se desvanece. cada vez más en el horizonte.
