Paola Cortellesi, Emanuela Fanelli y la hermandad sin retórica

Cuando Emanuela Fanelli fue llamada al escenario para aceptar el premio como Mejor actriz de reparto por todavía hay mañana, durante esta última edición del David Di Donatello, quedó atónita. No podía creer que había ganado, no había preparado ningún discurso de aceptación y estaba visiblemente emocionada. Sin embargo, cuando se encontró con la mirada de Paola Cortellesi que apenas contenía las lágrimas, recuperó la claridad y dijo: «Gracias de todo corazón por querer que tu Marisa sea yo y gracias por darme un pedacito de esto. . tan grande que se convirtió en tu película. Y se hizo tan grande por una razón muy sencilla: ¡porque tú lo lograste!”.

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Algunas frases que, sin embargo, contienen la complicidad, la estima y el afecto mutuo que sienten el uno hacia el otro. Y, al ver la película, a los espectadores nos quedó claro que había un entendimiento real entre ambos, no actuado a favor del guión, después de anoche no teníamos dudas al respecto. «Paola y yo somos realmente amigas. Nos conocimos en el set de la película de Massimilano Bruno. El último será el último.y después de un par de años comenzó una amistad profunda”, dijo Fanelli hace algún tiempo.

Cortellesi eligió a Fanelli para su ópera primaaquel en el que, además de la dificultad de probar suerte en un papel diferente de aquel por el que el público te conocía, está la ansiedad de tener que respetar las expectativas, de estar a la altura, sobre todo si querías llevar a la pantalla una historia tan delicada, pero al mismo tiempo insidiosa. Por lo tanto, sólo podía elegir para un papel fundamental como el de Marisa a una persona que entendiera perfectamente su visión y su sensibilidad. y que, sobre todo, daba la idea de esa complicidad a la vista que sólo existe entre viejos amigos. Y Fanelli, como lo demuestra el premio, lo logró plenamente, brindándonos al público no sólo una excelente interpretación, sino también el ejemplo de dos mujeres que se apoyan, se ayudan, se respetan y se apoyan.

Ernesto Ruscio/Getty Images

Los David nos han dado, sin demasiada retórica, un gran ejemplo de hermandad: dos actrices, dos mujeres que han construido su vínculo no sólo sobre el cariño, sino también sobre la condición común de artistas en un ambiente predominantemente masculino, apoyando el trabajo de otro con el objetivo de hacerlo emerger, apreciarlo, devolverle toda la complejidad y tenacidad que hay detrás. El abrazo de Emanuela Fanelli a Cortellesi, sus lágrimas mientras la actriz le agradece resumen todo este complejo universo que, en el futuro, podría contribuir a derribar prejuicios sin sentido sobre las mujeres, especialmente en entornos tan competitivos donde el fracaso de una puede significar el éxito de la otra. otro.

A partir de hoy, al contemplar los David que han conquistado, seguramente se darán cuenta de que uno contribuyó al éxito del otro. Y, quizás, no haya mejor recompensa para ellos.