En el episodio de El mosquito transmitido el lunes, Giuseppe Cruciani mi David Porec recibieron al secretario general del partido Carc, el grupo revolucionario que estuvo en las calles de Milán el pasado 28 de septiembre en la manifestación por Palestina. Durante esa procesión, se guardó un minuto de silencio en memoria de Hassan Nasrallah, el líder de Hezbolá asesinado en un ataque israelí la noche anterior en Beirut. Gabriele Rubini, conocido como Chef Rubio, quiso dirigir su saludo desde la marcha de Carc y antes de incitar a los escritos en las paredes de los israelíes “Alabama hermano nasrallah” Eso “él nos dejó“. La muerte del terrorista acogida de luto por la extrema izquierda es significativa y también lo fueron las declaraciones del secretario general de la Carc a los micrófonos de La Zanzara.
Precisamente en referencia a esta entrevista, en un discurso esta mañana, Rubini elogió al responsable del Carc, afirmando que “Desde el 39′ los dos sionistas (Giuseppe Cruciani finge ingenuo, David Parenzo se autoproclama tales) poner en fila por el secretario nacional de la Carc“. Una provocación que sólo encontró pronta respuesta por parte del locutor de radio, quien también respondió a Rubini desde la red social X: “Querido Chef (para mí eso sigue siendo lo mejor), el señor del Carc vive en su propio mundo y para mí puede decir lo que quiera. estas son locuraspero amén. Nasrallah, a quien usted llamaba hermano, era objetivamente un hijo de puta. Te hubiera hecho albóndigas. Atentamente“. Respetando su código estilístico, Cruciani no confía demasiado en la forma y se concentra en el fondo de su intervención, sin ser demasiado sutil.
La respuesta de Rubini era esperada, porque cuando tiene que lanzarse a un duro choque dialéctico nunca se contiene: “Dijo que el hombre que nunca ha estado en el Líbano e Irán, que llevaba un solideo para ser querido, que nunca ha tenido ni tendrá el placer de abrazar a árabes y musulmanes y venir tratado como un dios (Esto me hubiera hecho a mí). Quédate en tu pantano“. Lo sorprendente de esta intervención es que Rubini afirma que Hassan Nasrallah lo habría tratado como a un dios y que está convencido de ello.
La exaltación por parte de Rubini de uno de los líderes terroristas más sangrientos, que ha mantenido a raya al Líbano durante años, es la prueba de fuego de un movimiento italiano propalestino que avanza hacia posiciones cada vez más extremistas.