De Benedetti se presenta ante los Agnelli sin “fair play”

Pensábamos que era el heredero del oráculo de Omaha, en el sentido de Warren Buffet y, en cambio, el oráculo de Ivrea, en el sentido de De Benedetti Carlo, se ha transformado impredeciblemente en Alvaro Vitali 2.0. Últimas noticias del Ingeniero que poco a poco se acerca a los noventa años pero que como ex tigre todavía conserva el hambre y se aferra a la fama. Entrevistado por un periodista de La7, Carlo De Benedetti reveló una llamada telefónica de Elkann tras la entrevista que el propio CDB había concedido a Il Foglio en la que decía: “Elkann destruyó la Repubblica”: “Sin mencionar la entrevista, porque es un tipo temeroso. , dice, pero sabes que deberías sentirte más parte de la historia de Fiat, Fiat nunca estará lo suficientemente agradecida por haber creado el Panda. Le dije, mira, no tiene nada que ver, dije que tú destruiste la República, que es la verdad. No hablé de Fiat sino de Repubblica, que compró porque tenía miedo de que Montezemolo la comprara”. Ninguna negación, por ahora, pero estamos en la fase del resentimiento y del odio, también porque el ingeniero reservó azúcar y pimienta para Gianni Agnelli «nunca fue un empresario, nunca quiso dirigir Fiat, excepto como representante, que así sea claro que Fiat no podría haber tenido mejor representante en el mundo que Agnelli pero recuerdo que mientras charlaba y se burlaba un poco, dijo, pero miren (el Abogado se dirigió a todos como Lei, incluidos Pininfarina y Romiti ed.) si Si me hubieran encomendado la gestión de un quiosco, habría sido capaz de hacerlo arruinar”. Y luego el gran final del cinepanettone, las páginas de la mejor juventud piamontesa, el primer encuentro con Agnelli.

El incidente habría ocurrido a las 23 horas, en el número 26 de Corso Matteotti, en Turín, en el vestíbulo del Palazzo degli Agnelli, narrado en Vestiviamo alla marinara. Aquí los señores de Fiat habían alquilado, incluso antes de la guerra (en aquella época Corso Matteotti se llamaba Corso Oporto), una vivienda a dos inquilinos, y aquí, desde Via Bertola, se había trasladado la familia de Rodolfo De Benedetti. Su hijo Carlo, al regresar de una tarde de estudio en casa de un amigo, quedó impresionado por la aparición no de Gianni Agnelli sino de la fabulosa mujer que estaba a su lado, Anita Ekberg. Datos en la mano, la actriz sueca había llegado a Italia en 1959, Agnelli tenía 38 años, De Benedetti 25 pero, ante la visión casi onírica de la futura Sylvia de La Dolce Vita de Fellini, la testosterona empezó a agitarse, el joven , ya casado con Mita Crosetti, casi se desmaya y aquí, la historia fantástica o imaginativa del Ingeniero juega con las palabras, «…y me quedo como diciendo, ya sabes, un chico en Turín, encuentras a Anita Ekberg que es impensable y dice: anda, anda a hacerte una paja… Lo recordaré toda la vida, me dio una sugerencia”. Espero que el recuerdo eterno quede reservado para el momento y no para el acto pérfidamente recomendado por el Abogado.

No se sabe, ni el Ingeniero quiso entrar en detalles de los episodios posteriores en ese pasillo oscuro pero sí el recuerdo del episodio, en ausencia de los protagonistas, que ahora han pasado a una vida que ya no es. Dulce, no entra en los cánones del juego limpio muy queridos por el propio Carlo De Benedetti, que una vez más se perdió en el encanto sueco de aquella noche en Turín.

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