Daniil Medvedev, en la final de Dubái
Ahora podemos escribirlo. Bienvenido de nuevo, Daniil Medvedev. No es que el ruso se hubiera ido realmente, pero… ese jugador formidable, irreductible, muy difícil de enfrentar porque es muy fuerte en defensa e impredecible en el contraataque, y que con razón ascendió al número 1 el pasado verano, se perdió un poco por el camino. . La victoria que acaba de obtener en las semifinales de Dubai contra “Lui”, mr. Recordman Djokovic (6-4 6-4), es la certificación de que Daniil ha redescubierto su máximo nivel, ese juego mortal gracias al que puede vencer a cualquiera, incluso al más fuerte de la escuadra.
Medvedev fue demasiado educado y deportivo en el calor, afirmando en la entrevista relámpago que Novak no jugó en su mejor momento. Tal vez no fue un “Nole” 101% estelar, pero sí un excelente Djokovic. Así lo demuestra el enfado con el que expresó su frustración ante el enésimo intento de revertir el rumbo de un partido que se le escapaba mal, sin éxito. Así lo demuestra como el serbio, tácticamente siempre muy lúcido y dispuesto como nadie a adaptar su estrategia al día ya la contundencia de su rival, esta vez lo intentó todo saliendo con un puñado de moscas. Incluso empezó a hacer un saque y una volea continuos para despreciar el ritmo de su rival y no entrar en un intercambio en el que, a pesar de golpes precisos, violentos y penetrantes, el otro era capaz de reponerlo todo. Pero simplemente todo. Intercambios impresionantes, algunos hermosos (también informamos de un tuit de tennistv con un punto que ya es candidato a uno de los mejores momentos de la temporada), en el que el serbio pocas veces ha roto la resistencia del ruso. La sonrisa burlona de “Nole” en el último partido es la foto exacta del partido, tomada junto con la flamante sonrisa de 32 dientes de Daniil luego de que lograra disparar un drop shot mortal con la punta de su raqueta y también jugar un drop shot besado. por los dioses del tenis, tan hermosa y afortunada. La fortuna favorece a los audaces, dice el viejo adagio. Bien, La bendita suerte de Medvedev hoy lo mereció, haciendo una actuación sensacional en cuanto a intensidad, velocidad desde la línea de fondo, reactividad en cada balón, para luego salir al contraataque con esos reveses que parecen no aterrizar nunca y lo hacen coqueteando con las líneas, o esos hombros de la ley tan poco ortodoxos como mortales.
Sirvió muy bien a Medvedev, especialmente en lo que Brad Gilbert llama “Punto de instalación”, 30 todos, 30-15, situaciones de juego decisivas para mantenerse por delante en el marcador y repeler los embates del fortísimo rival. El moscovita jugó a un altísimo nivel, como hacía tiempo que no veíamos, lo que confirma su extraordinario ímpetu. Tras la mala derrota en Melbourne, bloqueada por las fantásticas aceleraciones de Sebi Korda, Medvedev acumuló 13 victorias consecutivas (incluida la semifinal de hoy), llegando a la final en el tercer torneo consecutivo, después de haber ganado los dos primeros. También rompió la racha ganadora de Djokovic, invicto en 2023 y con 20 grandes W seguidas contando el final de 2022 también.
En las victorias de las últimas semanas habíamos visto a un gran Medvedev, por fin más rápido en el campo, menos defectuoso en el empuje, muy continuo en el saque y sobre todo mentalmente. El año pasado había sufrido dos grandes uppercuts: la final del Open de Australia, cuando volvió a meter en el juego a un Nadal casi derrotado, que acabó perdiendo; luego la operación de espalda, pequeña pero aún así una operación. Para alguien que usa tanto la pelvis y la espalda para golpear, agacharse, recoger pelotas y balancear los brazos, incluso una rutina puede convertirse en una montaña. La perversa combinación de estos dos factores negativos ha agotado su enorme potencial: para interpretar a ese tipo absurdo del tenis, tan “torcido” pero efectivo, debe sentirse muy bien, debe sentirse suelto y libre para estirarse y saltar en cada recuperación, en cada pelota para empujar; y para jugar así al límite, en defensa y luego en quiebres ofensivos, debe estar muy sereno y confiado. Evidentemente aquella maldita final de Melbourne, perdida cuando estaba casi ganada, le costó caro, desató una perversa danza de decenas de fantasmas, dispuestos a burlarse de él en los momentos críticos hasta el punto de bloquearlo justo en el cara a cara. cabeza, en momentos más duros, donde en cambio el mejor Medvedev salpicó tan rápido como una anguila en el pantano. Inexpugnable. Tardó meses en volver, perdió demasiados partidos punto por punto, con desempates decisivos (ver las Finales de 2022), masticó con mucha amargura, maldijo al mundo entero y hasta a su plantilla una y otra vez. Pero finalmente, aquí está, finalmente encontrado. Había ganado dos torneos, está bien, pero… “solo” había derrotado a Auger-Aliassime del top 10. Para certificar con el sello que Daniil volvía verdaderamente a sus mejores días, hacía falta una victoria máxima, obtenida superando a un campeón. Aquí acaba de llegar, todavía humeante.
Y pensar que muchos criticaron bastante duramente a Jannik tras aquella derrota en Holanda la semana pasada. Bueno… intentas tomar un maldito set contra esta máquina infernal llamada Medvedev… Bravo Jan por haberlo logrado.
Estamos a principios de marzo. Este Medvedev ha encontrado una condición sensacional, en 360°, todo funciona mejor en su juego. Pase lo que pase mañana en la final -es claro favorito contra Rublev, aunque haya perdido los dos últimos partidos con su amigo de toda la vida-, Daniil aparecerá en Indian Wells y Miami como el hombre a batir. La temporada acaba de empezar. ¿Se puso en forma demasiado pronto? ¿Será capaz de mantener esta fuerza, resistencia y forma técnica en los próximos meses? Lo viviremos juntos. Seguro que el gran tenis ha encontrado a uno de sus grandes protagonistas.
Marco Mazzoni