Es Arthur Fils quien se lleva a casa el torneo de Tokio. El veinteañero de Metz se lleva a casa el tercer título de su carrera, el segundo ATP 500 después del de Hamburgo, provocando la primera parada en la final de su carrera a su compatriota. Ugo Humbert, a quien nunca había vencido en su carrera: le costó un partido duro, que terminó en la final 5-7 7-6 6-3 en más de tres horas poder disfrutar sobre el cemento japonés, en un desafío decidido por los detalles.
Después de cuatro juegos interlocutorios llegan los primeros puntos de quiebre del partido. Fils es el primero en tomar la delantera en el quinto juego, pero Humbert encuentra la fuerza para contraatacar inmediatamente y salvar cuatro oportunidades más de quiebre entre el noveno y undécimo juego. Y por supuesto, por la ley no escrita de las posibilidades no aprovechadas, llega un Otro mal juego con el servicio de Fils que se encuentra perdiendo un set.
Pero las cosas no parecen irle bien al joven de veinte años al comienzo del segundo set, cuando no parece tener mucha movilidad en el tobillo que se lastimó ayer al final del partido con Rune. Necesita la intervención del fisioterapeuta y encuentra fuerza en el público, que empieza a animarlo; esto se prolonga hasta el desempate, que parece ir hacia Humbert, que también tiene un punto de partido.
Pero Fils cambia la inercia del partido anulándolo con un pase de antología en carrera. Los siguientes dos puntos se juegan con mucho empuje y llega otra mini escapada para llevar la contienda al tercero. Y Humbert empieza a temblar: se salva en el segundo y sexto juego, pero en el octavo sufre la exuberancia de su oponente, que le rompe el servicio y finaliza el partido con un ace.
Fils consigue más puntos de quiebre, 9 a 7, y hace que su tenis más agresivo dé sus frutos: hay 38 ganadores frente a los 34 de Humbert, y también comete menos errores no forzados, 48 a 53, gracias también a sus 50 puntos de devolución.