Nadal casi se despide de “su” Roma pero huye de la fiesta

Nadal casi se despide de “su” Roma pero huye de la fiesta
Nadal casi se despide de “su” Roma pero huye de la fiesta

Roma – Un día le harán una estatua, pero Rafa Nadal ha decidido que aún no es el momento de convertirse en monumento. Sin embargo, estaban todos allí, Diego Nargiso con micrófono y vestimenta de sus mejores días, el marcador listo para albergar el vídeo con los recuerdos romanos del campeón, el público con luces en la plataforma de lanzamiento. Y en cambio Nadal coge la bolsa y se marcha, golpeado, enfadado y hasta un poco (¿falsamente?) olvidadizo cuando más tarde, en la rueda de prensa, abre mucho los ojos: «¿Una ceremonia de despedida? No sabía nada al respecto. Y en cualquier caso no se da por sentado que sea la última vez en Roma, podría ser el 98% pero no el 100%. En Madrid fue diferente porque fue allí”. Pero perdón: ¿qué diferencia hay?

Desde ayer, Hubert Hurkacz tiene una especie de récord para su álbum personal: con un 6-0 puso fin a la carrera de Federer, con un 6-1, 6-3 contra Centrale, inflamado por el calor y el apoyo. en contra, apagó en Roma al número 2 de los Tres Grandes, alguien que había ganado diez veces en el Foro. ¿No es el último? Bueno, tal vez, pero esta vez Rafa no lo dijo bien, porque luego, tras salir furioso de un partido que demostraba la total imposibilidad de volver a ser Nadal, se puso a hablar de su futuro: «No soy alguien que Toma decisiones en los días más difíciles, necesito un poco de tiempo. Pero a estas alturas hay dos opciones: reconocer que no puedo jugar Roland Garros, o trabajar duro durante dos semanas para ver si es posible estar allí. Tengo que pensarlo”. Mientras tanto, su rostro se oscurece y las respuestas de su cuerpo son insuficientes, hasta el punto de que su entrada a la Copa Rod Laver de fin de año parece un epitafio, confirmando que Rafa lo ha entendido en su corazón.

Sin embargo, el público lo seguirá amando, pues ayer hubo quienes compraron entradas de último momento para no perderse su último baile. Por esto y no sólo fue el sábado récord de todos los tiempos en los internacionales, con 36.671 asistencias, lo que equivale a 304.675 en total hasta el momento, y – por así decirlo – el año pasado hubo menos de 300.000 en todo el torneo. Y esto sin Sinner, con todavía un puñado de veteranos italianos (ayer también perdió Arnaldi, mientras que Napolitano alcanzó la tercera ronda), y con Djokovic que cerró el estuche de la botella de agua firmando autógrafos con un casco de ciclista en la cabeza, sólo para calmar lo que sucedió (y tal vez pensando, a estas alturas, que Hurkacz todavía está presente).

Rafa, sin embargo, dejó su testamento: «Nunca podré agradecer lo suficiente a la gente de Roma: como jugador espero que me recuerden por los resultados, como hombre por haber sido respetuoso y educado, una buena persona».

Lo es, y por eso, queriendo o no, una estatua en el campo de Pietrangeli pronto llevará su nombre. Eso, además, de un monumento al tenis.

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