GATOS Y TRABAJOS ERRORES. EL CAMPEÓN Y EL HINCHADOR

GATOS Y TRABAJOS ERRORES. EL CAMPEÓN Y EL HINCHADOR
GATOS Y TRABAJOS ERRORES. EL CAMPEÓN Y EL HINCHADOR

Escenas de una salida, zona de autobuses. Besa a su mujer, se arrodilla para posar para la foto con sus dos hijos, un niño y una niña, y luego se sienta en una silla de director estilo Fellini, junto al autobús del equipo. Al otro lado de la calle, apoyados en la barrera, los aficionados lo llaman para pedirle un autógrafo. Se levanta, cruza, hace señales. Un niño grita gracias, regresa a la silla, lo mira y amablemente responde: “De nada”.

Este es Damiano Caruso, campeón de corte humano. Un campeón que agrada al aficionado que le agradece el autógrafo.

Dice el hombre de mundo: ¿y qué? ¿Dónde está ubicada la empresa? No me atrevo a dar explicaciones, simplemente grabo. Sólo añadiría el placer y el asombro de descubrir en estos tiempos de lo social y de la virtualidad, en los tiempos de las estrategias de pierre y de imagen, el dulce retorno del valor humano atemporal.

Caruso entonces se sienta y entre estornudos (pobrecito) cuenta un poco de sus primeros días, de su nuevo rol como guía del joven talento Tiberi. Como ya no es habitual en otros deportes y otros sectores del entretenimiento, no hay mediadores, responsables de prensa ni mayordomos. Cuatro palabras entre gente normal. Damiano es sin lugar a dudas uno de los más maduros y sabios de este circo, ciertamente no por su edad, que es demasiado conveniente explicar con la edad: Damiano siempre ha sido así, nada más que la edad. En cuanto al Giro, centrándonos en cuestiones más o menos técnicas, su interpretación me parece ejemplar: “En Turín estaba huyendo, pero no es que los demás quisieran insistir. Me parece que aquí todo el mundo está concentrado en librar una guerra entre pobres, así que mientras tanto nos abofetea a todos y luchamos por las migajas”. Yo suscribo. Pero no lo digo por eso. También podría decir lo contrario de lo que pienso, pero Caruso merecería igualmente respeto y consideración.

¿Por qué recuperar estos minimalismos? Porque son cosas del Giro, cosas sólo para el Giro. Allá afuera vivimos perpetuamente conectados, en este extraño pueblo sucede que nos desconectamos de la conexión y levantamos la cabeza reconectándonos con la realidad más simple y verdadera. Está Caruso que dice por favor a la afición, él está ahí el niño Pellizzari que expresa alegría de niña por primera vez en este mundo, que sus ojos ven más encantados que Gardaland, El doctor Guardascione está ahí. que cuida unas piernas nobles y, sin embargo, se enorgullece de contarles que ha sido médico general durante 40 años, “2000 pacientes a los que debería dejar pronto para jubilarme, pero no sé cómo decirlo”, hay Fabio Baldato que me habla con ojos extasiados no de su Pogacar, sino por una vez de los olivos que cultiva en su tierra, y al final me dice “de todos modos, gracias por hacerme hablar de otra cosa”, ahí está Roberto Reverberi que maldice la chuleta en el hotel de Turín porque no le dejó dormir en toda la noche, mientras su padre Bruno, cerca, comenta a su manera, “por la noche es mejor saltearla”, ahí está Roberto Damiani que cita “I Sepolcri” de Foscolo entre los autobuses estacionados frente al cementerio, frente a quienes balbucean sobre el ciclismo ignorante…

Por supuesto, siempre volvemos a hablar de ciclismo, y Dios no lo quiera, Pogacar se equivoca Pogacar santo inmediatamentecon Agostini y Gianetti de los Emiratos aprendo algo sobre los nuevos estudios de los telares, si no he entendido mal, para quedarme más adelantado y acurrucado, con Guercilena Finalmente sonreímos ante su regreso a la caravana, con el gran mecánico azul. Fausto Oppici Hablamos de sillas de montar en 3D, con Zaza Zanini habla de menús que por fin puede cepillar y de nuevas lentes para ver de cerca, ahora que empieza a hacerse mayor, con Michele Pallini Manos de oro (en el buen sentido) revivimos la epopeya de Nibali, con Martinelli muchas otras, todas suyas, y así sucesivamente, un encuentro tras otro, una charla tras otra.

¿Retórica descarada y empalagosa? Nada que hacer, no me gusta el género. Es la realidad cotidiana. Es el contraste entre la nueva dimensión hipertecnológica del deporte, ahora cercana a la inteligencia artificial, y la inmutable de la simple realidad. Si no suena demasiado esnob, lo llamaría el verdadero humanismo del Giro. Un humanismo inteligente, un humanismo pret a porter, para ponerlo a la altura de los tiempos. Pero un humanismo que sobrevive y destaca cada vez más, aún más en el mundo cambiante. Mientras el Giro sea esto, seguirá siendo algo diferente a todo lo demás.

PREV Juve, mercado de fichajes en enero: Allegri, Giuntoli y las opciones del centro del campo a reforzar
NEXT “Pronto hablaremos con el Napoli” sobre el futuro del jugador