Los pechos desgastados para los selfies de los turistas y las estatuas se convierten en testimonios de las campañas contra el acoso

Los pechos desgastados para los selfies de los turistas y las estatuas se convierten en testimonios de las campañas contra el acoso
Los pechos desgastados para los selfies de los turistas y las estatuas se convierten en testimonios de las campañas contra el acoso

El acoso sexual deja huella. Y las estatuas de mujeres y niñas, con los pechos descoloridos y desgastados debido a las selfies inapropiadas de turistas intrusivos, lo demuestran quizás más que muchas quejas retenidas. Este es el lema utilizado por “Terre des Femmes”, una organización alemana comprometida con la lucha contra la violencia contra las mujeres, que publicó fotografías tomadas de tres estatuas femeninas, La Mujer del Rin (Frau Rhein) en la Fuente de Neptuno en el centro de Berlín, Giulietta en el centro de Munich y La Jeunesse en Bremen. Lo que inmediatamente llama la atención es el desgaste del bronce, descolorido por las manos de quienes disfrutan tocando los pechos de las estatuas. Pero para ser aún más explícito, La ONG colocó grandes paneles blancos detrás de cada estatua con la frase “el acoso sexual deja huella”. Además, escaneando un código QR se puede acceder a toda la campaña de sensibilización, así como a los vídeos elaborados por la asociación en los que se imagina que las estatuas pueden hablar para denunciar su suerte.

Y también para dar voz a todas las demás estatuas, incluso fuera de Alemania, que sufren el mismo acoso. El periódico Telegraph, por ejemplo, informa que recientemente se lanzó en Dublín una campaña para pedir a los turistas que dejen de divertirse con el escote de la estatua de la pescadera Molly Malone, que también quedó descolorida debido a las repetidas manipulaciones. En Francia, señala la emisora ​​Bfmtv, incluso el busto de la cantante Dalida situado en Montmartre, en París, es víctima del mismo desgaste, del mismo abuso. Creado por el artista Aslan el 24 de abril de 1997, el busto cuenta cada año con miles de admiradores que no dudan en acariciar los pechos de la estatua, provocando su oxidación. Además de en Alemania, la estatua de Julieta también está en la mira en Italia, en Verona, donde los turistas suelen tocar sus pechos en un ritual de buena suerte en el amor. El resultado es que la obra quedó dañada y hoy tiene un agujero en el seno derecho.

Las estatuas dañadas “son testigos de muchas décadas de violencia sexual”, declaró Sina Tonk, responsable del proyecto “Terre des Femmes”, que organizó la campaña de sensibilización “Unsilence the violencia”, literalmente “no silenciar la violencia”. “En nuestra sociedad no es raro que toquen o besen el cuerpo de las mujeres sin su consentimiento”, continúa Tonk. “Si estas experiencias traumáticas no dejan huellas visibles, como la decoloración de las estatuas, sí dejan marcas invisibles” en las mujeres, añadió, recordando que sólo en Alemania dos de cada tres mujeres afirman haber sufrido violencia sexual durante su vida. .

A través de esta campaña de sensibilización, la portavoz de ‘Terre des Femmes’ también destaca cómo se minimiza y cuán extendido está el sentimiento de impunidad de los autores de estos abusos. “Estamos tan acostumbrados a este tipo de fenómenos que apenas los notamos”, lamenta. “Frases como ‘no es tan grave, es sólo un beso, sólo un gesto inadecuado’ son tan comunes que ilustran bien esta minimización”, añadió y como lo demuestran numerosas fotografías compartidas en las redes sociales y relanzadas por la propia asociación. oscureciendo los rostros de los protagonistas, los turistas con las manos en los pechos de las estatuas no se avergüenzan de aparecer en esa postura.

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