Los ladrones de Rocca roban a la bella Anna – La Busa

Anna era una muchacha hermosa y vivaz, tenía la gracia y la espontaneidad de la juventud. Se desempeñó como mesera en el bar Maroni y con su presencia engalanó el lugar. Corría el año 1942, en plena guerra mundial, y el bar Maroni era el lugar que, a dos pasos de la iglesia de la Assunta, representaba el punto de encuentro de la bella burguesía, intelectuales y artistas de Rivani. Entre ellos se encontraba Luigi Pizzini, pintor reconocido por su carrera artística que, incluso lejos de Riva, le había llevado a conquistar la escena nacional. Entre los temas que amaban a Pizzini también se encontraban los retratos. La fresca belleza de Anna lo impresionó. Así, le pidió que posara para un retrato que pintó, como ya hemos dicho, allá por 1942.
El tiempo pasa. En 1979, en memoria del pintor fallecido dos años antes, el Grupo Amici dell’Arte propuso una exposición dedicada a él en Rocca. Una de las piezas fuertes, tanto que se utilizó para la portada del catálogo y para los carteles, fue el “Retrato”. Es (¿era?) una pintura al óleo, de 50 cm por 54 cm, que contempla el bello rostro de Anna Bortolameotti. En los años siguientes a aquel lejano 1942, Anna, casada con Vaccari, ejercería como propietaria de la pizzería “Due Mulini” en Torbole.
Con motivo de la exposición de 1979, una mañana los dos custodios de la Rocca, Walter Serafini y Marco Grottolo, descubrieron que dos puertas habían sido forzadas y que el lienzo allí depositado esperando ser expuesto en el auditorio contiguo había “desaparecido” de su oficina. . Los ladrones, además del lienzo, habían robado una máquina de escribir y 65.000 liras. El marco del cuadro con el cartón que contenía el lienzo desaparecido fue encontrado fuera de la fortaleza. Además de su valor monetario, el cuadro tenía un valor sentimental. De hecho, había sido donado por el propio Pizzini al Museo y, por tanto, era un homenaje a la ciudad. El entonces alcalde Mario Matteotti, pintor de casas de Rocca, afirmó: “Era un cuadro valioso. La muchacha retratada era una belleza típica del Alto Garda con cierto aire de serenidad y al mismo tiempo de tristeza”. La hipótesis de los investigadores fue que el robo fue cometido por alguien que conocía la ubicación de las instalaciones del Museo. Quizás se trató de un robo por encargo dado que no era tarea fácil vender un cuadro tan conocido de Pizzini.
Un salto en el tiempo nos lleva hasta la actualidad. Hace unos meses, la revista Mag, Museo Altro Garda, organizó una valiosa exposición antológica de las obras de Pizzini. Como señaló en su momento Franco Albino, artista y ex presidente del Grupo Amici dell’Arte, el robo de una obra tan significativa fue un precedente a tener en cuenta de alguna manera en la historia de la relación del pintor con la ciudad de Riva. Lo cierto es, sin embargo, que no era posible recordar esta relación artística y civil en ausencia forzosa del retrato de la joven. ¿Qué pasó con el retrato? ¿En qué pared de algún apartamento vive la bella Anna su eterna juventud?
Vittorio Colombo

9d1495c534.jpg
c6aeb64367.jpg

NEXT Adiós a Pinelli. Pintura analítica y luminosidad.