Certa Stampa – ARTE: CUATRO PINTURAS EN EL BAR

Aquí, fue Giuseppe Ungaretti quien importó a Italia desde París a principios del siglo pasado la “redeterminación del uso” que en un momento determinado hizo de los cafés lugares donde el arte se mezclaba con la gente, desde donde todo verdadero artista sabe tomar y dar. De vuelta al público, en el público. Y esta sutil acción política hoy toma forma y contenido precisamente en la ciudad de Teramo. Y fue precisamente entre un café, un té y unas pastas que Mario Dal Mare (nacido Mario Lamberti) y Marino Melarangelo, mirando los espacios y las paredes petrolíferas y los grandes ventanales (por lo tanto, la luz) del Manari Caffè, algunos Hace meses pensaron en su intervención en pleno centro de su ciudad, y en un lugar inesperado, consumiendo desayunos y aperitivos en la barra. El aspecto más arriesgado de su intervención fue caer en la trampa del decorativismo, en la acción de embellecer, en muebles confortables, en una arquitectura de mobiliario brillante, que habría acabado comprometiendo las claras intenciones políticas que estaban en la base de su trabajo; pero el peligro decorativo, hasta donde se sabe, ha sido evitado en gran medida por la claridad de la obra.
El trabajo entre los dos artistas se desarrolló en completa ósmosis, con una generosidad y confianza que probablemente no tiene precedentes en el arte figurativo, y dentro de una contemporaneidad hiperindividualista donde cada vez nos cerramos más para hablarnos de nosotros mismos y ya, tontos. , sordos y ciegos entre sí. Por ello, Mario Dal Mare puso a disposición de Marino Melarangelo uno de sus grandes lienzos trabajados (vividos, sería más apropiado decir en el caso de este artista) a lo largo de los años que decidieron dividir en cuatro partes para hacer otros tantos autónomos pero dialogantes. pinturas. Melarangelo, entonces, intervino con sus característicos carboncillos y su enfoque gráfico, logrando reinterpretar en clave periodística el lienzo dividido de Mario Dal Mare, actuando así como un espejo pictórico del lugar al que están destinados los cuadros, y todo se transformó en un exitoso lenguaje artístico y homenaje a toda la ciudad de Teramo. De hecho, en las pinturas se pueden ver figuras de personajes ilustres de Teramo, como los escritores Melchiorre Delfico y Giannina Milli; como el cantautor Ivan Graziani y un conmovedor homenaje a la antropóloga Marta Iannetti. Pero el golpe de teatro de toda la obra (aquí es donde se desarrolla de lleno la acción política que evita cualquier posible y equívoco decorativismo) se produce cuando en el interior de uno de los cuadros (en el que encontramos a Giannina Milli en primer plano, a la izquierda, y Marta Iannetti, a la derecha) aparece, al fondo y en el centro, la figura de María la dama de los gatos, un personaje histórico plebeyo que cuidaba la colonia de gatos que habitaba el teatro romano de Teramo, que difícilmente hubiera sido bienvenido en un reluciente café en el centro de ciudades pequeñas o grandes del mundo occidental. El arte, podemos decir gracias a esta obra pictórica madura, se convierte en acción política cuando escapa del uso habitual (por tanto consumista) de lugares, cosas y, desgraciadamente, personas.
MASSIMO RIDOLFI

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